
Escucha este artículo
Audio generado con IA de Google
0:00
/
0:00
La expresión “olor a viejito” ha sido parte del lenguaje popular, a veces con ternura, a veces con un tono de burla. Se ha representado en películas, caricaturas y hasta en productos que prometen “neutralizarlo”. Pero, ¿qué tan real es este fenómeno? ¿Tiene base científica o es un mito cultural?
“Hay que empezar por derribar una creencia común: el olor a viejito no proviene de la falta de higiene. Muchas veces, los adultos mayores mantienen rutinas de cuidado personal tan estrictas como las de cualquier adulto joven. El olor que algunas personas asocian con la vejez en realidad proviene de procesos biológicos invisibles al ojo humano, pero muy activos en el cuerpo”, afirma el doctor Álvaro Morales, gerontólogo clínico del Programa Colombia Mayor.
Según explica Morales, este olor característico se asocia con una sustancia llamada 2-nonenal, un compuesto orgánico volátil que se forma en la superficie de la piel. “El 2-nonenal es un aldehído que se genera cuando los lípidos de la piel, especialmente los ácidos grasos insaturados, se oxidan. Lo curioso es que este compuesto no suele estar presente en concentraciones apreciables en la piel de personas jóvenes, pero sí comienza a aparecer con mayor frecuencia a partir de los 40 años, y es más prominente a partir de los 60”.
¿A qué huele el 2-nonenal?
Aunque describir un olor con palabras no siempre es fácil, el doctor Morales lo intenta: “El 2-nonenal tiene una fragancia difícil de confundir. Es una mezcla entre lo rancio y lo ligeramente metálico, con un matiz graso. No es desagradable en sí, pero cuando se acumula puede resultar molesto para algunas personas, sobre todo si no se ventilan bien los espacios cerrados o se usan tejidos que retienen olores”.
Contrario a lo que se pensaría, este olor no necesariamente se percibe de forma continua. “Hay momentos del día en que el cuerpo libera más compuestos volátiles, como después de dormir o durante el estrés. Por eso algunas personas lo notan más en ciertos contextos y no en otros”.
La edad en que comienza
El ‘olor a viejito’ no aparece de la noche a la mañana. “Es un proceso gradual. Hay quienes empiezan a generar pequeñas cantidades de 2-nonenal incluso desde los 35 o 40 años”, apunta Morales. “Pero en la mayoría de los casos, los cambios químicos en la piel se vuelven notorios entre los 45 y 50 años. A partir de los 60, la producción de este compuesto se estabiliza y puede intensificarse dependiendo de otros factores, como el estado del metabolismo, el consumo de ciertos alimentos y la genética”.
Le puede interesar: Del ghosting al growth: ¿cómo superar rechazos sin perder el amor propio?
El proceso está relacionado con cambios en la producción de sebo y en la capacidad antioxidante del cuerpo. “A medida que envejecemos, nuestra piel produce menos antioxidantes naturales, lo que facilita la oxidación de los lípidos y, por ende, la aparición del 2-nonenal. Además, el microbioma cutáneo cambia, y eso también afecta el perfil de los compuestos olorosos que liberamos”.
“Lo más interesante de este estudio es que demuestra que el 2-nonenal no solo aparece en mayores de 60 años, como se creía. De hecho, ya desde los 40 hay un aumento progresivo en su concentración. Y también reveló algo curioso: los adultos mayores eran más capaces de detectar este olor en otros que en sí mismos, lo que refuerza la idea de que el cuerpo se acostumbra a sus propios olores”, explica Morales.
¿Se puede evitar?
Si bien no se puede detener el envejecimiento, el doctor Morales asegura que es posible mitigar los efectos del 2-nonenal. “Lo primero es tener una rutina de higiene enfocada en la renovación celular. Eso incluye el uso de jabones neutros con exfoliantes suaves, y ducharse regularmente con agua templada para evitar que se reseque la piel”.
Además, recomienda prestar atención a la ropa. “Los tejidos sintéticos tienden a retener más los compuestos volátiles. El algodón y otras fibras naturales permiten una mejor ventilación y reducen la acumulación de olor. También es fundamental lavar las prendas con mayor frecuencia, especialmente pijamas y ropa de cama”.
La alimentación juega un rol importante. “Una dieta rica en antioxidantes puede ayudar a contrarrestar la oxidación de los lípidos cutáneos. Frutas rojas, té verde, vegetales de hoja verde, todo eso puede marcar una diferencia en el largo plazo”.
Aunque el fenómeno tiene explicación científica, el doctor Morales hace una advertencia sobre el uso cultural de la expresión “olor a viejito”. “Hay que tener mucho cuidado con cómo usamos ese término. Muchas veces se emplea como una forma de desprecio o burla hacia los adultos mayores, lo que alimenta el edadismo y refuerza estigmas negativos”.
Para él, la vejez no debería asociarse automáticamente con deterioro o abandono. “La longevidad es un logro, no una vergüenza. Si entendemos lo que sucede en el cuerpo de manera natural, podemos convivir mejor con esos cambios sin prejuicios. En lugar de hablar del olor con sorna, deberíamos hablar del valor de envejecer con dignidad”.
En los últimos años, algunos productos cosméticos han intentado abordar este fenómeno desde una perspectiva positiva. Existen lociones, jabones y cremas desarrolladas para neutralizar el 2-nonenal sin alterar el equilibrio de la piel madura. Incluso en Japón, uno de los países donde más se ha estudiado este fenómeno, hay campañas que promueven el cuidado corporal en la tercera edad como un acto de amor propio y salud, no de vergüenza.
“Lo ideal no es esconder el olor, sino entenderlo. Y entenderlo significa aceptar que el cuerpo cambia, y que esos cambios, aunque a veces tengan manifestaciones inesperadas como un nuevo olor corporal, forman parte de lo que somos. No deberíamos huir de eso, sino aprender a abrazarlo con naturalidad”, concluye el doctor Morales.
