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La competitividad avanza, pero no al mismo ritmo. Como era de esperarse, algunos departamentos se mantienen en rezago, y pese a una mejora en la economía interna, los baches continúan en el camino. La reciente edición del Índice Departamental de Competitividad (IDC), publicado por el Consejo Privado de Competitividad y la Universidad del Rosario, expone la paradoja: mientras unos corren a ritmo constante, otros caminan descalzos sobre terreno pedregoso.
En cifras, 32 departamentos y Bogotá mejoraron en los últimos seis años. La fotografía del informe detalló que Bogotá, con un puntaje de 8,13 sobre 10, sigue a la cabeza del desarrollo competitivo del país. Detrás le siguen Antioquia (6,82) y Valle del Cauca (6,30).
En otro extremo, Vichada (2,52) y Guainía (2,93) parecen territorios atrapados en una economía en rezago. Según el índice, la distancia entre el primero y el último creció de 5,3 puntos en 2019 a 5,6 en 2025.
Mientras Bogotá camina a Monserrate, Vichada apenas si se mueve.
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La competitividad no es otra cosa que la capacidad de una región de ofrecer condiciones favorables a sus empresas, instituciones y ciudadanos. Donde hay más competitividad, suele haber más riqueza; donde falta, la pobreza se aferra con uñas y dientes.
Según el DANE, en 2024, el PIB creció 1,7 % frente al año anterior. En cifras corrientes es un salto de $134 billones, al registrarse un total de $1.704 billones.
Bogotá, Antioquia y Valle del Cauca, las tres economías más robustas, generaron casi la mitad de toda la riqueza del país. Si se les suma Santander, Cundinamarca y Atlántico, 67,71 % del PIB nacional se explica en solo seis regiones de las 33 posibles.
La capital del país tiene un PIB por habitante de $52,2 millones, y creció 5 % frente a 2024; en Vichada es de $9,3 billones, aunque mejoró 8,1 %.
La importancia del IDC confirma lo que se intuye: la competitividad en Bogotá, Vaupés o Guaviare es un determinante de la calidad de vida.
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El país de las dos velocidades
Según el informe, entre los que más avanzaron están Vaupés (+5,1 % anual), Arauca (+3,5 %) y Caquetá (+3,4 %).
Pero esos progresos, aunque positivos, no les permite acercarse al pelotón de los departamentos líderes. Bogotá, por ejemplo, encabeza nueve de los trece pilares medidos: educación, infraestructura, salud, adopción de TIC, entorno para negocios, innovación, entre otros.
Mientras Bogotá tiene una tasa de pobreza multidimensional de 5,4 %, Vaupés alcanza 37,4 % y Vichada 70,2 %.
Además, los departamentos mejor posicionados no solo ganan en cifras, sino también en satisfacción subjetiva: la percepción de bienestar también crece con la competitividad.
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— Consejo Privado de Competitividad (@ColombiaCompite) June 11, 2025
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En general, son buenas noticias. Chocó lidera el pilar de sostenibilidad ambiental gracias a su riqueza natural y avances en eficiencia del uso del agua.
Boyacá encabeza la educación básica y media, con docentes mejor preparados y menores tasas de deserción.
Antioquia destaca en instituciones gracias a sus esquemas de autonomía territorial.
Atlántico y San Andrés, por su parte, mejoran sus infraestructuras.
Para todo eso, hay varios programas a favor. En el caso de Emplea TIC del Tolima, por ejemplo, capacita a jóvenes en ciberseguridad y manejo de datos con apoyo de Google y Oracle.
En Barranquilla, un programa de inglés para hoteleros y gastronómicos favorece el turismo. Norte de Santander se la juega por conservar los páramos que garantizan el agua.
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Un punto débil
Sin embargo, la innovación sigue siendo el talón de Aquiles. Aunque Bogotá lidera, las diferencias con el resto del país son abismales: 2,1 puntos por encima de Antioquia, el segundo lugar.
Está claro que no hay una fórmula mágica que funcione en todo el territorio. Cada estructura departamental diferente, desde lo productivo y su a capital hasta las decisiones de las realidades sociales. Son pequeñas islas, si se quiere.
Hay excepciones. Antioquia tiene programas agresivos de actualización catastral, mientras Cartagena avanza con clústeres industriales que conectan empresa, academia y gobierno.
La radiografía de las brechas departamentales muestran un avance general durante seis años, aunque la falta de competitividad evidencia una parte del problema: el crecimiento sin cohesión social es una herida abierta.
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