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A finales de mayo, el Tribunal de Comercio Internacional acusó al presidente de Estados Unidos de haber excedido sus competencias al imponer aranceles de manera generalizada —una atribución reservada al Congreso—.
Por eso, el fallo, emitido desde la sede del tribunal en Manhattan abarcó los aranceles impuestos a Canadá, México y China como medida de presión para combatir el tráfico de fentanilo, así como los recargos aplicados a todos los productos importados a Estados Unidos. Para ellos las tasas oscilaban entre el 10 % y el 50 %, dependiendo del país de origen.
Además, cuestionaban la medida del arancel global del 10 %, las tarifas impuestas el 2 de abril —conocidas como “aranceles del Día de la Liberación”.
La istración Trump apeló la resolución. Menos de un día después de la suspensión, un tribunal federal determinó mantener provisionalmente los aranceles mientras se resuelve el caso de fondo.
Este martes, la corte de apelaciones ratificó que los gravámenes podrán seguir aplicándose hasta nuevo aviso.
Asimismo, ordenó que el caso se resuelva con celeridad, al considerar que plantea “cuestiones de importancia excepcional”, y programó una audiencia para el 31 de julio.
Desde su retorno a la presidencia en enero, Trump ha reconfigurado las relaciones comerciales de Estados Unidos con el resto del mundo, utilizando los aranceles como instrumento de presión en sus negociaciones.
Aunque la istración de Trump también se ha mostrado abierto al diálogo. De hecho, entre lunes y martes de esta se mana se reunió con China para busca reducir las tensiones comerciales acumuladas en los últimos meses.
Aunque el contenido exacto del “consenso” sigue sin hacerse público y su aplicación dependerá aún de la aprobación de Donald Trump y Xi Jinping.
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