
Escucha este artículo
Audio generado con IA de Google
0:00
/
0:00
¿Cómo descubrió la música de Dire Straits?
Antes de eso escuché a Mark Knopfler. En 1990 escuché un disco de Notting Hillbillies, una banda de country blues, y me llamó mucho la atención el sonido y el estilo tan particular de la guitarra en esas canciones, entonces pregunté: “¿Quién es este guitarrista?” Y me dijeron: “¡Ah, es Mark Knopfler, de Dire Straits!”. Yo no los conocía en ese entonces, pero gracias a ese disco —que era una colaboración, un proyecto paralelo de Mark— comencé a escucharlos. Más tarde, en 1992, la banda lanzó su último álbum, On Every Street, e hicieron una gran gira mundial. Ahí tuve la suerte de verlos en vivo en un concierto. Yo tenía 16 años. Estaba allí, frente a ese enorme escenario, viendo a Dire Straits, los auténticos, los verdaderos, y pensé: “Quiero aprender a tocar como ellos”. Así que estudié todo por mí mismo, solo escuchando la música. Soy 100 % autodidacta.
¿Cuál fue la primera canción que aprendió a tocar de la banda?
Once Upon a Time in the West. Recuerdo que compré el casete —era un momento en el que no había internet, ni Spotify, ni nada de eso— y lo escuché hasta que quedó destruido. Dañé la cinta de tanto usarla, porque tenía la obsesión de ponerla a sonar una y otra vez. La pausaba constantemente solo para entender cómo tocar esas notas. Y lo logré, pero tomó mucho tiempo: años y años de práctica constante y pasión.
¿Por qué decidió convertir esa pasión por la banda en su proyecto profesional?
Ha sido un camino largo desde entonces. Empecé tocando en casa, por gusto, por pasión, no porque pensara en hacerlo como un trabajo. Fue a los 18 años que comencé a tocar en pequeños pubs. Con el tiempo se fueron acumulando cientos de lugares en los que podía tocar frente al público y me di cuenta de que la gente reaccionaba muy bien a lo que hacía, así que pensé que podía ser un músico profesional; sin embargo, tuvieron que pasar muchos años de práctica y de estar en el escenario para que yo llegara a esa conclusión. Tocaba especialmente tributos a Dire Straits, porque sus canciones se habían convertido en la banda sonora de mi vida. Así que no se trata solo de rendir tributo, sino que incluso cuando no estoy tocando intento tener esa música presente en mi día a día.
¿Qué es lo más difícil de aprender a tocar como Mark Knopfler?
Realmente no sé cómo explicarlo. Solo sé que toco la guitarra tratando de absorber su espíritu, al mismo tiempo que trabajo con mi mente, mi lógica, mi sentimiento y mi pasión. No puedo decir que hay una fórmula exacta para aprender a tocar como él, porque no es sencillo. A lo largo de los años he leído muchos artículos o transcripciones en partituras, pero normalmente tienen errores, porque Mark usa posiciones únicas en el mástil. Y, si no te gusta esa música, no piensas como él. Yo poco a poco aprendí precisamente a hacer eso, especialmente en los solos. Obviamente, lo que hace Mark está basado en música antigua. No es algo que haya nacido de otra dimensión, sino que es la evolución del country blues.
¿Qué significa para usted poder tocar estas canciones para quienes no pudieron ver a la banda original?
Me siento muy bien: cuando estuve frente a ellos fue una experiencia increíble. Tan grande que me llevó a decidir estudiar por mi cuenta su forma de tocar la guitarra. Estar en el escenario me fascina porque puedo compartir con la gente lo que yo sentí cuando era niño. Esa es la fuerza que me impulsa a participar en un proyecto como Brothers in Band. Hemos hecho muchos conciertos porque nos encanta Dire Straits y tratamos de rendir tributo a la banda con el mayor respeto posible en todo sentido, pero sobre todo en el musical. Por ejemplo, me gusta darle al público la emoción que produce escuchar una réplica de las versiones en vivo de algunas canciones. Los fans conocen muy bien algunas de ellas, como las de Alchemy Live, un famoso concierto de la banda. Ellos saben perfectamente cómo suenan los solos e incluso pueden cantarlos nota por nota. Siempre trato de transmitir ese amor al público, especialmente a las personas que nunca pudieron ver a la banda original.

Por Santiago Gómez Cubillos
