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Hace un par de semanas vine a hablarles de un hombre que trabaja, en Rionegro, Antioquia, para cuidar las mariposas y jardines. A partir de ahí hubo dos situaciones que sucedieron y quiero contarles, porque a veces es bueno que la conversación siga y trascienda las palabras. A partir de esa nota, un integrante de un club de lectura llamado ‘Amigos de los Libros’ publicó una fotografía de un libro con una portada preciosa y un título que parece el anuncio de un poema: El alfabeto alado (editorial Acantilado, 2019). En él, Mario Satz, su autor, hace un recorrido a través del mundo y de las épocas para ver cuál ha sido la relación entre las mariposas y las personas.
Cada uno de sus 47 textos contiene una belleza que poco tiene que ver con la perfección. Es más bien, una invitación a entender la fragilidad de la vida, la fragilidad de los deseos, de las almas y de lo que vemos. Un ejemplo, del poeta chino Wang P’u: “Vuelven al tallo del que han huido impulsadas por el dolor del corte, y eso es todo el amor: una herida que nos cura”. O más adelante: “Agitada mariposa, también yo estoy hecho de un polvo que se desvanece”. Y una más: “Si el viento se quedara siempre en el mismo sitio, la atmósfera no se limpiaría”. Más allá de las historias, las leyendas y los tiempos, este libro habla de un tema que pocos tratan: el valor de lo delicado, de cada ser de la naturaleza, la necesidad de recordar que somos efímeros y, al mismo tiempo, capaces de lograr transformaciones.
El otro libro que llegó a mis manos después de esa columna se titula: Mirar las aves y está hecho con base en los textos de John Burroughs (1837-1921), granjero, explorador, caminante y “tal vez el ensayista sobre la naturaleza y las experiencias al aire libre más importante de Estados Unidos”.
Con el don de saber mirar y entender la naturaleza, es traducido en esta publicación por uno de los mejores escritores que tiene Colombia: Ignacio Piedrahíta. Geólogo, escribió libros como Grávido río (editorial EAFIT, 2020), y es un observador innato, un hombre que disfruta escribir sobre lo que ha visto en la naturaleza. Y lo hace con belleza, sin arrogancia alguna, con la luminosidad que muestran aquellos que han entendido a otros y a sí mismos y están guiados por una bondad que no pregonan. Aquí, el lector podrá aprender sobre tragedias de los nidos, enemigos de las aves y especies.
Al cierre de esta edición, el número de mariposas seguía disminuyendo en países como España, Estados Unidos y Colombia. Y a esto se suman los problemas de las aves. Según un informe publicado en este diario y realizado por la Universidad de Yale, “a pesar de poder volar a sitios más fríos o de mayor altitud, las aves no logran evadir el cambio climático”.
Cuando leemos estos informes nos visita una sensación de indefensión, hay tristeza. Sin embargo, no todo está perdido aún y la solución es más fácil de lo imaginado: es posible aprender más sobre la naturaleza para cuidarla mejor, apoyar las empresas y personas que trabajan por ella, acompañar las fundaciones, exigir ciencia e investigación a las autoridades. Y evitar todas las formas de despilfarro porque, al final, todo sale de la tierra.
Nota al pie: Mirar las aves se presentará en Medellín el miércoles 11 de junio a las 7 p.m., en el auditorio de Otraparte.
