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El mayor desafío del mundo

Adriana Cooper
19 de abril de 2024 - 09:05 a. m.
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Si ustedes y yo saliéramos a la calle, en unas horas, y le preguntáramos a la gente cuál es el mayor desafío del mundo, probablemente los entrevistados hablarían de la falta de agua, las guerras, la polución, el uso de la inteligencia artificial en nuestras vidas, la presencia creciente de motos en las ciudades latinoamericanas, la inequidad o el turismo descontrolado. Efectivamente, cada uno de estos temas involucra a gobiernos y a cientos de personas que integran todo tipo de organizaciones interesadas en buscar una solución.

Si miramos cada una de esas temáticas y nos preguntamos qué tienen en común, hay una frase con dos palabras: salud mental. Cuando una persona está bien consigo misma, es capaz de ver sus límites, respetar a otros y está interesada en buscar el bienestar colectivo. Cuando alguien está libre de trastornos y acepta con humildad esa frase de Hemingway que dice que “no estamos solos en el mar”, buscará ayuda de otros, los tendrá en sus pensamientos y hasta podrá entender el valor de lo que dicen aunque piensen distinto a él.

La ausencia de familias estables, líderes y profesores capaces de hacer un buen trabajo en la infancia, el momento más importante del ser humano, es lo que se esconde detrás de esas historias protagonizadas por personas narcisistas, egoístas y con trastornos no resueltos.

Esta reflexión surge a propósito del último informe de Unicef publicado el pasado 10 de abril. Según este documento “cerca de siete millones de niños, niñas y adolescentes en Colombia, por su condición económica, no tienen garantizados sus derechos de manera integral”. Esta cifra equivale casi al 50 % de los niños del país. Y dentro de esta cifra hay otra: el 17,9 % de ellos (tres millones) viven en la pobreza extrema.

Asimismo y con base en este documento se supo que 82 de cada 100 delitos sexuales que suceden en Colombia tiene como víctimas a los niños, niñas y adolescentes.

En el informe también se lee una cifra que lo deja a uno pensando: “El bajo nivel educativo de las madres de más del 66 % de los niños, niñas y adolescentes en el país es una trampa que perpetúa los niveles de pobreza y afectaciones a sus derechos”.

Después de esto y con el ánimo de conectar los puntos, es posible decir que no se puede considerar sano a un país que permita que sus herederos y descendientes tengan estas condiciones. ¿Por qué el hambre o las condiciones difíciles de tantos se volvieron un asunto natural para muchos o incluso invisible? ¿Qué más tiene que pasar para que nuestros gobernantes entiendan que en la nutrición inicial y en el aprendizaje de la inteligencia emocional está la solución a muchos de los conflictos presentes y futuros? ¿Qué hace un presidente cazando conflictos en redes sociales y en temas internacionales lejanos y ajenos cuando tenemos casi a la mitad de los niños y adolescentes con carencias?

Las respuestas a todo esto están en el regreso a la fuente: la salud mental. La falta de prioridad que ha tenido en nuestros ambientes el manejo de las emociones y el interés por el bienestar de los otros son razones que permiten explicar las noticias turbias que escuchamos y leemos todos los días. Por esta razón, los planes de desarrollo, las veedurías, el aporte de la academia y la unión entre la gente se convierten en oportunidades para cambiar nuestro destino.

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Juan(45350)21 de abril de 2024 - 02:11 a. m.
ayayay señora Coopex
William(41808)20 de abril de 2024 - 06:21 p. m.
El bajo nivel educativo es una trampa, pero del nefasto y vitalicio régimen feudalconservador, cuyo único interés es conservar sus privilegios haciendo que el pueblo no se eduque, para que sigan votando por ellos.
daniel(84992)20 de abril de 2024 - 04:50 p. m.
Interesante columna, sra . Cooper. Agregaría con gusto un aporte de cómo la pesada carga que tenemos en nuestra educación es la vinculación a religiones de cualquier índole, desde nuestra temprana infancia. Esta fatal condición se transmite como una tara genética, de una generación a otra, por la alienación religiosa que se recibe desde tempranos años, a condiciones de pobreza cultural y educacional. Entristece que conocidos me inviten a círculos de oración para pedir que llueva, que ......
  • daniel(84992)20 de abril de 2024 - 05:06 p. m.
    después cesen las lluvias, que no tiemble, que se caiga el presidente, que no haya más violencia pero que un trayo fulmine a los drogadictos, a la guerrilla y a los homosexuales. A un familiar y su esposa se los llevó el covid porque confiaban en la protección de la sangre de Cristo más que en una vacuna; una tía abuela la mató una "apendectomia" de una médium de Gregorio Hernández . Nuestra educación es un trágico remedo del macondiano realismo mágico de GGM.
D.(cvtsc)20 de abril de 2024 - 12:26 p. m.
En estas llevamos más de 100 años y el objetivo del presidente es disminuir esa brecha. Las marchas de mañana demuestran ese problema de salud mental que no nos deja avanzar. La primera vez que tenemos un presidente izquierda con una agenda social y vemos cómo a tantos privilegiados les irrita que alguien vaya a hacer algo por cambiar esta situación. Y no olvidemos que pobreza es sinónimo de hambre y desnutrición. Así nos va.
Julio(48327)20 de abril de 2024 - 11:00 a. m.
Otra vez detrás de un fin noble como su columna se busca criticar al presidente en abstracto como si sus actuaciones en defensa de sus reformas de cambio por lo que votamos una inmensa mayoría de colombianos no deba ser difundida o posiciones de principio éticos y de respeto al derecho internacional como la invasión del gobierno de Ecuador a la embajada de México o la defensa de palestina frente a la masacre de un genocida del infame Netanyahu, MATANYAHu, fuera asunto menor.
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