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La selección de Colombia de 2001 y esta tienen un cierto parecido. Aquella ganó la Copa América y al año siguiente se quedó por fuera del Mundial de Japón y Corea. Esta quedó subcampeona en aquella ocasión y seguramente no va a quedar por fuera del mundial porque hoy en día clasifican dos selecciones más que en aquella época, pero casi un año después registra una caída en rendimiento muy similar. Aquella de hace 24 años por lo menos logró el título.
El entrenador seguro tiene una cuota de responsabilidad. No ha sabido cómo reaccionar y tal vez, como en el caso de Durán, fue permisivo con sus repetidas salidas irreverentes mal encausadas. Apenas en el último partido hizo algunas variantes; algunas obligadas y otras por convicción. Lo cierto es que ni los jugadores antiguos ni los nuevos reaccionaron. Lo del viernes frente a Perú en términos de rendimiento fue lamentable y no hay que repetirlo.
Pero los futbolistas son los que en la cancha definen las cosas. Caerle encima a James resulta injusto. Tantas veces apareció el diez cuando nadie más lo hacía… hablar de nombres cuando el conjunto se ve tan mal es impreciso. Claramente hay una mezcla de conformismo posterior a la Copa con frustración porque la panza se llenó fácilmente y los resultados desaparecieron. Cuando eso pasa reencontrar las buenas maneras cuesta un montón. Esas cosas son ajenas a la voluntad de todos los integrantes del equipo, pero hacen parte de la manera de ser de un país acostumbrado a no tocar el cielo casi nunca, pero que tampoco se hunde en lo profundo de la oscuridad casi nunca. Es como si el lugar de siempre, el de la mitad de la tabla en todo, nos hiciera sentir bien. Como si no hubiera necesidad de más.
Pero hay ejemplos para mirar de cerca lo contrario. El primero es Argentina, nuestro rival del martes, la misma que arrancó en medio de una crisis tremenda en la Copa América de 2019, tras una derrota en la primera fecha contra los nuestros, a construir su camino en búsqueda de las dos Copas y el Mundial que han logrado desde entonces. La misma que tras ganar el Mundial y ganarnos la final continental del año pasado sigue buscando superarse a sí misma y sí que lo ha hecho. Los de Scaloni sienten la misma necesidad de gloria que tendrían si vinieran de fracasar una y otra vez.
El segundo es Cristiano Ronaldo, el compañero de John Jader Durán en el Al Nassr de Arabia Saudita. Mientras el primero a sus 40 años marcó el gol que llevó a su Portugal a la final de la Liga de las Naciones y los exámenes físicos lo muestran como si fuera un atleta de 28 años, al nuestro la pelota le rebota en los pies, se la pasa alegando con sus compañeros, siendo desafiante con la afición y la prensa, y, dicen, peleando en el camerino.
Colombia es sexta entre diez en la tabla de posiciones y la historia demuestra que casi siempre hemos sido de mitad de tabla, pero nos creemos del mismo nivel de los de arriba. Ese tal vez es el peor problema, somos menos de lo que creemos y no lo aceptamos.
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