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El pulso político

Jorge Iván Cuervo R.
21 de marzo de 2025 - 05:00 a. m.
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Con el archivo en la Comisión Séptima del Senado de la reforma laboral y el llamado a una consulta popular por parte del presidente de la República, queda planteado un pulso político que marcará la discusión en el futuro próximo. Se trata de un pulso entre el establecimiento tradicional y expresiones alternativas de fuerzas políticas que van desde la centroizquierda hasta la izquierda más orgánica, como el partido comunista. A esto podemos llamarlo, provisionalmente, y a falta de una mejor denominación, el progresismo.

Pero también es un pulso en el marco de la Constitución de 1991 entre la democracia representativa y la democracia participativa, tensión que está planteada literalmente en el artículo 3º., que señala: “La soberanía reside exclusivamente en el pueblo, del cual emana el poder público. El pueblo lo ejerce en forma directa o por medio de sus representantes, en los términos que la Constitución establece”.

Los senadores de la comisión actuaron como representantes elegidos por el pueblo, pero se opusieron a una iniciativa de un gobierno —también elegido popularmente— que, en su plataforma política, planteó cambios importantes —ni siquiera son cambios estructurales, y en ese sentido, el gobierno de Petro está lejos de ser un gobierno revolucionario en términos de reformas—. Esos ocho senadores que votaron por el archivo e impidieron un debate en la plenaria, lo cual hubiera sido deseable, representan sectores tradicionales y de línea conservadora en lo político. La presidenta de la comisión hace parte de un clan político regional cuyo líder natural fue condenado por parapolítica.

El presidente Petro considera que estos senadores “traicionaron” la voluntad popular y acude a la consulta popular, un mecanismo de democracia participativa que busca hacer obligatorio el mandato de cambio, pero que debe pasar antes por el Senado y por revisión de la Corte Constitucional; esto es, mecanismos institucionales en donde el pueblo ya no tiene influencia alguna, una suerte de círculo vicioso que imposibilita cambios estructurales en el marco de la Constitución, diseñada para entregar un gran poder de veto al Congreso e impedir los abusos del Ejecutivo, lo cual se profundiza en un sistema político fragmentado que hace muy difícil, para cualquier gobierno —de derecha o de izquierda— consolidar mayorías. Tenemos un régimen político que impide el abuso de los gobiernos, pero a la vez hace muy difícil grandes cambios estructurales porque el costo de negociación —y de concesiones non sanctas— es muy alto.

Dudo que la consulta popular sea efectiva para hacer que el Congreso apruebe las reformas del Gobierno, pero le va a servir a ambos sectores políticos para ambientar la próxima campaña a Congreso y a la Presidencia. Por un lado, los sectores alternativos encabezados por el presidente, agitando la calle y la movilización ciudadana bajo la premisa de que el establecimiento tradicional se lo impidió —de lo cual hay mucho de cierto, pero no es suficiente para explicar las derrotas políticas y los problemas de eficacia gubernamental—; y del otro, un sector diciendo que es necesario “sacar a esta gente” —como se escucha decir en tono despreciativo— que no sabe gobernar, que no sabe cómo hacer las cosas, y que es mejor que la maquinaria estatal vuelva al poder de quienes creen que con un ajuste aquí y otro allá se atienden las demandas de una sociedad profundamente desigual e inequitativa, donde no todos tienen la misma oportunidad de prosperidad y de a los servicios esenciales para una vida digna.

Este sector tradicional se equivoca creyendo que parando las reformas doblegan a Petro: olvidan que él solo representa un momento —un momento populista, si se quiere— del descontento social, y no hay nadie que interpele mejor a esos sectores sociales que se sienten excluidos por un establecimiento político que solo los valora a la hora de pedirles el voto. Vayan y pregunten cómo es la calidad de vida en las regiones donde los senadores de la comisión han conseguido ser elegidos.

Pero los sectores alternativos también se equivocan si creen que les basta con victimizarse para seguir con la bandera del cambio. Ojalá hayan entendido que este, desde lo político y lo institucional, es más complejo de lo que creían, que hay prepararse mejor para hacer el cambio desde el Estado, algo en lo que el propio presidente ya no cree que sea posible, y por eso recupera su dimensión de “tribuno del pueblo”, el escenario donde se siente cómodo y en donde no ha dejado de crecer políticamente, y desde donde los puede volver a derrotar.

@cuervoji

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Tomas 11(06010)24 de marzo de 2025 - 02:11 a. m.
Muy buena y acertada columna al abordar la compleja gobernabilidad en un pais capturado por redes politicas reacias al cambio de un modelo socio politico desigual e inequitativo.
SÓTERO(26571)22 de marzo de 2025 - 08:05 p. m.
Acertado y bien explicado.
Edgar Salamanca(40706)22 de marzo de 2025 - 04:42 p. m.
Lo comparto totalmente.
karl(g3os1)21 de marzo de 2025 - 06:51 p. m.
Así es . Gracias
David Valencia Cuellar(0vhxw)21 de marzo de 2025 - 03:48 p. m.
Buena columna.
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