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Lorenzo, Ancelotti y la encrucijada de la táctica

Jorge Tovar
10 de junio de 2025 - 01:00 a. m.
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La llegada de Carlo Ancelotti a la selección brasileña marca un hito en el fútbol suramericano. Por primera vez Brasil recurre a un entrenador extranjero, evidenciando una crisis profunda en la formación de técnicos suramericanos. No llega, eso sí, en el tope de su carrera: el Real Madrid consideró que había cumplido su ciclo, pero Brasil ve en él la solución a problemas que los entrenadores locales no han sabido resolver.

El caso de Ancelotti refleja una realidad continental. Suramérica, carece de entrenadores compitiendo al más alto nivel. Scaloni es la excepción más que la regla. Ningún campeón europeo tiene entrenador suramericano. Simeone, el mejor colocado, compite para ser tercero, y su brillo no reside en su capacidad de innovación táctica. La crisis se extiende por el continente, manifestándose de manera particular en Colombia con Néstor Lorenzo.

Lorenzo, quien nos llevó a la final de Copa América, basó su éxito en el nivel excepcional de jugadores claves: James Rodríguez, recuperando su mejor versión; Luis Díaz, en plenitud; Richard Ríos, emergiendo como revelación, y Daniel Muñoz, aportando sorpresa por la banda. Sin embargo, ante la ausencia o menor rendimiento de algunas estrellas, Lorenzo se ha mostrado incapaz de encontrar alternativas tácticas efectivas. Su fútbol carece de una identidad definida, patrones reconocibles que funcionen independientemente de las inspiraciones individuales.

Esta dependencia de figuras específicas contrasta con lo que ocurre en el fútbol europeo contemporáneo. Luis Enrique, del PSG, ejemplifica la evolución táctica moderna. Famosa es su predicción de que su equipo funcionaría mejor sin Mbappé. Desarrolló un sistema tan sólido que puede prescindir incluso de su mejor jugador. Sus futbolistas se mueven como él ordena, entienden sus roles específicos y subordinan su talento individual a las necesidades colectivas. Esta capacidad de crear sinergias colectivas diferencia a los grandes entrenadores de los técnicos meramente competentes.

Para Ancelotti, Brasil representa un desafío único en su carrera. Tendrá que demostrar su grandeza sin superestrellas. Vinícius no es la sombra de los Pelé, Garrincha, Ronaldo y compañía. Neymar, el único que podría parecerse, diluyó su carrera en los carnavales. El tiempo dirá si el italiano consigue reinventarse, desarrollando sistemas que eleven el nivel colectivo por encima de las limitaciones individuales.

Colombia enfrenta un dilema más complejo. Lorenzo carece de la capacidad estratégica para desarrollar un sistema de juego consistente, pero tampoco tenemos sustitutos para James, quien movió los hilos de la selección por más de una década. Quintero tiene 32 años.

El panorama de entrenadores disponibles es desolador. La búsqueda de un técnico que entienda el rol estratégico del fútbol moderno toca llevarla allende nuestras fronteras, porque enfrentamos una crisis estructural en la formación de entrenadores. Quizá, como Brasil, sea hora de mirar al Viejo Continente.

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