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Atalaya

Ricardo Bada, cartógrafo cultural de Hispanoamérica

Juan David Zuloaga D.
20 de febrero de 2025 - 05:00 a. m.
"Todavía no puedo creer que haya muerto Ricardo Bada. Y tal vez no ha muerto, pues nos quedan sus escritos" - Juan David Zuloaga
"Todavía no puedo creer que haya muerto Ricardo Bada. Y tal vez no ha muerto, pues nos quedan sus escritos" - Juan David Zuloaga
Foto: Archivo Particular
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Todavía no puedo creer que haya muerto Ricardo Bada. Allá, tras la pantalla de su computador en Colonia, desde donde se carteaba con todos los escritores de Hispanoamérica, parecía inmortal.

Había salido de su Huelva natal huyendo de la dictadura de Franco. Vivió en Colonia en donde trabajó en la Deutsche Welle; con el tiempo llegaría a ser director del servicio en español de este canal de noticias alemán. Yo lo conocí por su colaboración semanal en la Revista Dominical de la HJCK. Aún recuerdo su voz emocionada cuando, en una de sus columnas, contaba haber descubierto una grabación magnetofónica en la que Elías Canetti decía en una entrevista que su lengua materna era el judeoespañol de sus ancestros, que, expulsados de la España de los Reyes Católicos, lograron conservar durante siglos, hasta las tierras de Bulgaria en donde había nacido el escritor sefardí en mil novecientos cinco. Luego fue él quien me ó comentando una de mis columnas de El Espectador y desde entonces nos seguimos escribiendo con regularidad para hablar sobre libros y sobre autores. Y también sobre arte. Así, de ese modo misterioso, a través de la correspondencia y de la palabra escrita, se forjó nuestra amistad.

Sólo lo vi una vez. Una tarde de verano del año dos mil quince, cuando nos fue dado conversar de poesía y de literatura. Era una persona agradable, generosa, cultísima, que mostraba sin pedantería alguna sus lecturas amplias y su familiaridad con todos los temas. Sorprendía su conocimiento vasto y profundo de los escritores de todos los países. De nuestro único encuentro en Colonia salió una entrevista que, años después, publicó El Malpensante con el título de La poesía es un aleteo en el corazón. En ella habló de la literatura del Boom, con cuyos autores intimó; de la literatura de España y de América, y también de las literaturas alemana y neerlandesa, que conocía bien pues su esposa Diny había nacido allá.

Fungía como nodo de comunicación con todos los puntos culturales de los dos continentes. Y ponía en o a periodistas y escritores de todo el mundo hispanohablante. Su labor silenciosa fue inmensa, y su partida es una gran pérdida para el periodismo cultural de Hispanoamérica.

Todavía no puedo creer que haya muerto Ricardo Bada. Y tal vez no ha muerto, pues nos quedan sus escritos, muchos de ellos publicados en El Espectador (fue columnista desde el año dos mil ocho); otros en la revista mejicana Nexos, en donde llevaba también un diario público; nos quedan sus selecciones de trinos que cada semana extraía de Twitter, afición que englobaba en una categoría sonora y acertada que, hasta donde recuerdo, acuñó el propio Bada, la tuiteratura, y nos quedan además los lazos culturales que su generosidad forjó entre los dos continentes.

@D_Zuloaga

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Gines de Pasamonte(86371)20 de febrero de 2025 - 05:58 p. m.
George Gershwin fue el vaso comunicante con Ricardo Bada. Ahí se inició una prolífica comunicación mantenida hasta poco antes de su muerte. Intercambiábamos opiniones sobre lo humano y lo divino. Como gran cinéfilo que fue, me enseñó mucho al respecto. Teníamos nuestras divergencias sobre actores. La zarzuela era su fuerte, como la ópera lo ha sido para mi y ahí se enriqueció mucho el diálogo. Coincidíamos en Velázquez como el gran pintor y en no pocos escritores incluido Gabo, por supuesto.
Melmalo(21794)20 de febrero de 2025 - 05:21 p. m.
Un gran periodista y ser humano,se le extrañará por estas páginas.
Un observador(71824)20 de febrero de 2025 - 02:24 p. m.
Gran columna. Gracias, maestro. Bis bald, Ricardo.
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