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La ignorancia es un poder perverso, bajo el cual se protegen los corruptos y violentos, y existen destellos de esperanza cuando surgen líderes que hacen comprender que el verdadero poder no reside en la ignorancia sino en el conocimiento. Pero con tristeza vemos en Colombia cómo caen asesinados los líderes comunitarios, maestros y, en el pasado, los jóvenes que manifestaron su inconformismo ante reformas del gobierno.
La falta de cobertura y calidad de la educación en el área rural colombiana ha obtenido los más bajos resultados en las pruebas Saber y Pisa. En el área rural, donde el 9 % todavía son analfabetos, ingresan a la primaria menos de la mitad de la población infantil y solamente el 1 % de la población rural puede acceder a la Universidad.
Los municipios con menor población, en su mayoría, dependen de las actividades primarias: agricultura, caza, pesca, ganadería y la selvicultura. La falta de oportunidades, de empleo y de fácil a la educación superior hace que los jóvenes, presionados o voluntariamente, se vinculen al narcotráfico, las narco-guerrillas y/o el contrabando.
En ese contexto, donde impera la ley del más vivo, las actividades ilegales son los pilares de la corrupción, los cuales coptan en puntos críticos a la institucionalidad, comprando con dineros ilícitos a las personas que ejercen el control desde los sistemas de justicia, ejecutivo o legislativo, además de obtener en algunos casos la colaboración del sector privado.
Esta realidad es el resultado del abandono del Estado, con la gestión de gobiernos anteriores neo-liberales, que hicieron énfasis en mejorar las condiciones de la gran empresa como medio para impulsar el mayor empleo y por lo cual, a comienzos del siglo, se suspendió el pago a los trabajadores de horas extras y dominicales, y limitaron los aumentos del salario mínimo.
Asi, este país, marcado por la desesperanza de la población con menores ingresos, aparece en el puesto 15 entre los países peor remunerados y es el tercer país más desigual del mundo, después de Sudáfrica y Namibia, donde el 10 % de la población con mayores ingresos obtiene el 54.7 % de éstos y el 50% de la población con menor ingresos participa del 10% de los ingresos totales.
Así en la distribución de los ingresos según el Dane, los estratos 1 y 2 representan el 53 % de la población colombiana y por lo cual, si estos grupos votaran unidos en las próximas elecciones, tendrían la oportunidad de elegir al próximo presidente de Colombia.
Ahora las condiciones de ignorancia y desinformación se constituyen en una oportunidad para que unos pocos mantengan el poder con los resultados electorales, manipulando a la población de menores ingresos con ofertas que no se cumplen, difundiendo noticias falsas sobre el futuro del país y así ambientar un sentimiento de miedo frente a otros competidores. U ofrecer el pago por su voto, por lo cual desde hace 38 años los dineros del narcotráfico y el contrabando, vienen decidiendo los resultados electorales.
Además, es el poder de la ignorancia el que les facilita a algunos oportunistas, cuyo perfil no incluye las características de líder y/o estadista, presentarse como candidatos a la Presidencia. Los colombianos esperamos que los nuevos candidatos presenten unas directrices para una política estructurada e incluyente, que favorezca el lograr condiciones dignas para todos los colombianos.
En el escenario electoral para el 2026 empiezan a vislumbrarse candidatos, favorecidos con la aceptación de la mayoría, que no ofrecen ningún programa de gobierno, sino que basan su campaña en la crítica al gobierno actual. Se requiere que los colombianos evalúen los programas que ofrezcan mejorar las condiciones de vida de la población menos favorecida, fortalezcan la democracia con proyectos incluyentes y donde se identifique la capacidad del líder para hacer realidad el poder vivir, con Paz, Justicia y Libertad!!!!
El camino hacia la transformación está en la educación; cuando la ignorancia sea erradicada, en ese 53 % de la población con menores ingresos no funcionará en la política, las promesas vacías ni los discursos populistas, ni aparecerán los oportunistas como redentores.
Además, es importante considerar el ampliar las funciones del CNE, entidad que aparece en la Colombia olvidada en los días próximos al día de las elecciones y, posteriormente, juzga los delitos electorales registrados en las mesas de votación, con el fin de lograr unos resultados correctos. El CNE debe contribuir con la educación política de las clases menos favorecidas que les permita conocer sus derechos y deberes como colombianos, así como la incidencia para el futuro del país, al participar en las elecciones, con su voto o el venderlo. Además, conocer cómo funciona el voto en blanco para rechazar una elección, conocer los delitos electorales para su prevención y esencialmente, distinguir la orientación política de los partidos de izquierda y de derecha, también conocer la historia política del país desde la iniciación de la violencia (1950) para identificar quien, entre los candidatos presentados, realmente es afín a los intereses de cada colombiano.
* Abuela preocupada
Por Beatriz Carrillo Pachón
